Se trataba de todo un homenaje al cine western, con un protagonista muy al estilo de los de Clint Eastwood: serio, pero con buen fondo. Su nombre era John Marston y su objetivo principal consistía en volver a reunirse con su mujer e hijo.
El estudio dejaba del lado la sátira y los personajes excéntricos para montar una historia centrada en el drama. Un mundo abierto marca de la casa, donde el forajido no era un tipo tan malo, y los señores de placa no buscaban hacer el bien. El final ya nos dio una pista de que Rockstar podía cambiar el género de sus mundos, y con L.A. Noire, Max Payne 3 e, incluso los finales malos de GTAV, lo demostraban.
Ahora llega Red Dead Redemption 2 para dejar claro que pueden marcar una generación de consolas con su título más maduro hasta la fecha.