El Forastero nos espera una vez más para marcar el destino de un Imperio.
La vuelta a la gris y cruel Dunwall 15 años después (ambientación de la historia) no iba a ser un camino de rosas. Un asesino aterroriza a la ciudad y, para rizar mas el rizo, el aniversario de la muerte de la Emperatriz a manos de Daud, se convierte en una pesadilla para los habitantes de la ciudad, cuando una usurpadora (aparecida en los DLCs de Daud) reclama el trono, pillando a Emily y a Corvo totalmente desprevenidos, obligados a exiliarse a Karnaca, ciudad natal de Corvo, donde buscar respuestas a toda la conspiración que les rodea.
En los primeros minutos de la primera misión se nos dará a escoger el personaje con la/el que continuar la historia, dando lugar a sus propios diálogos, reflexiones y situaciones. Corvo conserva las habilidades del primer juego con varias mejoras, pero es Emily quien tiene todo un nuevo repertorio de habilidades muy diferentes a las de su padre. Como novedad, podemos rechazar la Marca del Forastero y jugar sin poderes. Todo un reto.
Estas marcadas diferencias, así como el estilo de juego (sigilo o letal) y las variadas formas de afrontar las misiones, la convierten en una aventura muy rejugable.
Como en el primer juego, si matamos mucho o poco (nivel de caos) afectará al desenlace de la historia. Matar mucho aumentará la presencia de las Moscas de la Sangre y de los infectados.
Cada misión tiene su objetivo principal, otros opcionales y situaciones que se van desarrollando mientras exploramos, en las que podemos intervenir o no. Salvar a un civil de un guardia que va a lanzarlo contra un alto voltaico, será de lo primero que presenciemos al llegar a Karnaca.
Dishonored 2 es un juego exigente y adictivo, con multitud de posibilidades para resolver cada situación, con una buena duración. Unas 15 horas, sin explorar mucho los escenarios.
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