Kore-eda vuelve a hacer reflexionar al público sobre cuestiones mundanas y capitales, como qué es la familia y qué te convierte en madre/padre, entre muchos otros temas, sin olvidar la crítica a la sociedad capitalista y el acoso a la clase trabajadora, cada vez más empobrecida.
Los Shibata son una familia pobre que compagina sus trabajos de escasos ingresos con robos en tiendas para llegar a fin de mes. Tras un día de sustracciones en el supermercado local entre padre e hijo, Osamu (Lily Franky) y Shota (Jyo Kairi) encuentran a una niña (Miyu Sasaki) abandonada en medio de la noche.
El padre decide llevarla a casa junto a su familia y darle de cenar, para más tarde encontrar a sus padres. Pero pronto se darán cuenta de que la niña estará mejor con ellos que con sus padres biológicos.
El cine japonés, y el asiático, encuentra en las relaciones familiares un género en sí mismo. Y, en el caso de Kore-eda, ya se había acercado al mismo desde otros puntos de vista. En Like Father, Like Son (Soshite chichi ni naru o De tal padre, tal hijo), narró la historia de un padre que descubría que su hijo había sido intercambiado con el de otra pareja en el hospital y que el niño que habían criado él y su esposa no era su hijo biológico.
También trató las relaciones entre tres hermanas y su hermanastra menor en Umimachi Diary (Nuestra hermana pequeña).
Rara es la película del director que no trata algún tipo de conflicto en el seno familiar. Sin embargo, siempre se las ingenia para que la historia sea original. Además, no tiene reparos en hacer caer gran parte del peso de la trama sobre los personajes femeninos, los cuales cubren todo rango de edad. Algo muy frecuente en el cine japonés, surcoreano y chino, pero que sigue siendo un hecho anecdótico en el cine occidental.
En el caso de Shoplifters, aunque el argumento suene a algo ya visto en otras producciones, la trama es única como pocas. No solo porque cada personaje cuente con un desarrollo individual (con la crítica correspondiente a tal o cual aspecto de la sociedad japonesa moderna), sino porque los giros de guión sorprenden de principio a fin. Además, se trata de un drama que en ningún momento cae en la lágrima fácil o en positivismos absurdos.
La familia Shibata son pobres, casi parias. La madre, Nobuyo (Sakura Ando), trabaja en una lavandería que se las ingenia para pagar a sus empleadas lo menos posible; el padre, Osamu, trabaja en la construcción; la abuela, Hatsue (Kirin Kiki), es la única fuente de ingresos fiable gracias a su pensión; la hija mayor, Aki (Mayu Matsuoka), es hostess en un club de pervertidos, y el pequeño Shota perfecciona sus habilidades de robo en vez de ir a la escuela.
Toda la familia vive apretada en una pequeña casa de dos habitaciones, y ni por esas se libran de los especuladores que quieren echarlos para quedarse con el terreno.
Por si fuera poco, la vida se les complicará aún más cuando aparece en sus vidas la pequeña Yuri, la cual ha sido secuestrada a los ojos de la sociedad, y los medios de comunicación no van a tardar en sacarle provecho.
En Shoplifters hay tiempo para todo. Maltrato infantil, violencia de género, y explotación sexual y laboral. Todo legal, justificado y aceptado porque así lo dicta la ley y la civilización actual.
A pesar de lo anterior (con escenas y diálogos para recuerdo), es el discurso de la maternidad y paternidad donde la película se hace fuerte, reservando los diálogos más críticos.
En un momento dado se dice la frase "dar a luz es lo que te convierte en madre", dejando claro que Nobuyo no puede amar a Yuri tanto como su madre biológica. Este tipo de constructos sociales es contra lo que la película se enfrenta de forma directa.
Sus protagonistas no son gente íntegra ni un ejemplo a seguir. Son gente que lucha por sobrevivir y salir adelante como pueden, sin necesidad de recurrir a la violencia, vender drogas o fastidiar la vida de los demás. Su moral es dudosa en muchos aspectos, pero tienen unos límites que no cruzan, y saben querer más allá de los lazos de sangre.
Shoplifters es una película potente, inesperada y cuenta con un ritmo trepidante que parece de otro género. De hecho, te sorprende con nuevos giros cada pocos minutos, construyendo un cuadro familiar y social inolvidable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario