Noé no ha cambiado, y sigue sabiendo cómo hacer una radiografía de lo peor del ser humano.
Una compañía de baile francesa se recluye en un colegio abandonado en medio de la nada para ensayar y celebrar su inminente gira por los Estados Unidos. En medio de la alegre celebración, alguien echará LSD a la sangría y desatará la pesadilla.
Climax será lo más cerca del género musical que va estar Gaspar Noé en su carrera. Y no lo hace mal. El número de baile inicial (todos los actores son bailarines profesionales) unido a la habilidad del director con la cámara da como resultado uno de los mejores números de baile del cine. El director nos dice, "podría hacer un musical muy entretenido, pero no me interesa".
Como pista de qué vais a encontrar en Climax, podría explicarla como si Fama la hubiese dirigido Stanley Kubrick. Solo que no la dirige Kubrick, sino Gaspar Noé, que es hasta más gráfico y violento.
Leyendo la sinopsis de arriba y conociendo las películas anteriores de Noé, como Love y sus escenas de sexo real, e Irreversible y el plano fijo más devastador del cine, lo que acaba ocurriendo en esta película es de todo menos agradable. Sin embargo, el retrato humano y social que hace funciona a la perfección.
Gaspar Noé es un provocador y en sus películas explora la peor parte del ser humano sin escatimar en violencia y sexo explícitos. Imágenes que no son fáciles de olvidar gracias a su maestría con la cámara. Porque si hay algo que une a detractores y defensores del director, es su habilidad para componer planos y la originalidad a la hora de contar sus historias.
Como he dicho antes, todos los actores de la cinta son bailarines profesionales, y solo reconoceremos a la actriz/bailarina Sofia Boutella, quien interpreta a Selva y nos sirve de guía por los acontecimientos que se suceden en la opresiva escuela.
La película comienza con un plano cenital en medio de la nieve que nos indica que algo malo va a pasar, por si acaso alguien pensaba lo contrario. Luego, pasa a presentarnos a los protagonistas con los vídeos de sus audiciones, mostrándonos que se trata de gente normal y corriente con sus sueños y aspiraciones. Una vez el LSD entre en juego, estos mismos personajes nos mostrarán con sus diálogos y acciones que toda persona tiene un lado oculto.
La trama se ambienta en los años 90, pero hace una crítica de los problemas de la sociedad de entonces que aún persisten. Los protagonistas forman una compañía de baile que sirve como representación de la sociedad. Jóvenes de distintas razas, clase social y orientación sexual unidas por el amor al baile y convirtiéndose en una gran familia... hasta que el LSD los separe.
La compañía está integrada por hermanos, hermanos inmigrantes, homosexuales, travesti, madre soltera, joven embarazada y demás personas de apariencia inofensiva. Luego descubriremos que sus personalidades son fachada y en realidad entre ellos hay homófobos, violadores, violadores homosexuales y mucho personaje igual de desagradable.
Años 90, pero el racismo, machismo, misoginia, anti-LGTBI y problemas con las drogas continúan estando muy presente en la Francia y el mundo de hoy día.
El LSD es la excusa para que los protagonistas saquen a relucir su verdadera naturaleza, resultando en una variedad de imágenes violentas y/o sexuales. Aunque esta vez Noé consigue un mayor equilibrio entre la crudeza de las imágenes y la narrativa, dando lugar al que posiblemente sea su mejor trabajo hasta la fecha.
Si tienes curiosidad por su cine, Climax es la película adecuada para comprobar su estilo.
No importa si ves Climax y no te queda claro lo ocurrido, quién ha echado la droga en la sangría o por qué. Lo anterior no es importante; el viaje sí lo es. La moraleja es simple como pocas: Las drogas son malas.
Lo anterior suena a cachondeo, pero esta película, a la que podemos señalar como antidroga, no tiene ni pizca de gracia. Encargar a Gaspar Noé la próxima campaña contra la drogadicción haría mucho bien... o causaría muchos traumas.
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