9 nov 2020

Assassins Creed Valhalla. Invasión pagana

 

Ubisoft cierra el año con Assassins Creed Valhalla, el título que está llamado a abrir/cerrar la generación para la compañía gala. Tanto este título como Watch Dogs Legion están planteados para mantener al público entretenido hasta bien entrado 2021, con DLCs que irán saliendo a lo largo de los próximos meses.

La empresa tiene ambición, no hay duda, aunque ésta no quede tan patente en sus últimas propuestas. Un punto que voy a ir adelantando es que, a pesar de los cambios introducidos, los dos años transcurridos desde la llegada de Odyssey no se han empleado para arriesgar con una fórmula revolucionaria.

Llega el momento de descubrir qué tal le ha sentado a la saga el salto temporal. Es hora de afilar el hacha y saquear todos los tesoros de las islas británicas.

 


La historia de Valhalla tiene por protagonista a Eivor, guerrer@ viking@ que, por circunstancias de la vida, se apunta a dejar atrás su fría tierra natal y buscar un futuro para su clan en tierras desconocidas.

Como es de esperar, el cambio de paisaje no conlleva un cambio en las formas; aquí también hay nobles, guerras y gente pasando hambre y sufriendo tanto a manos de sus amos como de los invasores nórdicos.

Poco más se puede decir de la historia sin destripar hechos claves. Sí puedo decir que la trama principal gana peso y está mejor hilada que en Origins y Odyssey. También continuamos con la historia en el presente iniciada por estas entregas y… hasta aquí puedo leer.

 


Precisamente, la narrativa es el gran cambio de Assassins Creed Valhalla. Nuestras decisiones siguen contando –menos la del sexo del personaje– y las misiones secundarias han casi desaparecido para dejar paso a eventos más fáciles de completar (con el humor más absurdo que se recuerda en la serie). Tiene sentido, pues al estar invadiendo y saqueando un país, sería raro ponernos a ayudar a la gente local tras prender fuego a su aldea.

En cuanto a jugabilidad, la mecánica de exploración sigue inmutable. Disponemos de un drakkar con tripulación para surcar los ríos y de caballos o lobos para explorar a pie el nuevo territorio. Las sensaciones son las de siempre, con puntos de interés a explorar, “atalayas” que sincronizar y algún puzle para resolver.

El sistema de combate también sigue siendo el mismo, pero este sí cuenta con importantes añadidos. Por un lado, la acción y animaciones han ganado en bestialidad y gore; por otro, la inclusión de una barra de resistencia anima a medir más nuestras acciones en la lucha.

Nuestros golpes y esquivas consumen resistencia, dejándonos a merced de los enemigos cuando esta se agota. Otra novedad es que la vida no se recupera con el tiempo, sino que debemos consumir alimentos para recuperarla. Un motivo más para prestar atención al mundo que nos rodea.

 


La duración de la historia principal se extiende hasta las 60 horas, con misiones mucho más variadas de lo acostumbrado (infiltraciones, saqueos, asedios, duelos). Eso sí, variedad no significa novedad, pues casi todas las nuevas actividades son “remakes” de acciones que llevamos haciendo desde Brotherhood.

La serie también ha ganado en minijuegos, como las batallas de gallos (algo escuetas), competiciones de beber cerveza o el juego de los dados. Pero el asentamiento es la auténtica estrella.

A Eivor le toca gestionar un asentamiento en tierras enemigas, y nos toca dedicarnos a desbloquear nuevos edificios, mejorarlos, etc, para obtener una serie de mejoras jugables y afianzar nuestra posición en la isla.

La recreación de su mundo es sobrecogedora. Como siempre, el estudio saca pecho a la hora de sumergirnos en este periodo histórico, consiguiendo que nos sintamos como una vikinga en busca de la gloria. Tampoco faltan personajes históricos como Ivar o Alfred, cada cual con sus planes y maquinaciones, a lo que hay que unir la mitología propia de la serie.

Lo más raro es que este Valhalla cuenta con giros muy asombrosos que habrían sustentado muy bien un cambio radical en sus mecánicas de juego. Una cosa que nos queda clara es que Ubisoft no mira a las innovaciones que introducen otros estudios en sus títulos de mundo abierto y se ciega en explotar su fórmula de acción con toques RPG hasta agotarla por completo.

 


Assassins Creed Valhalla sigue siendo un AC con todos los pros y contras que conlleva dicha afirmación. Aún así, continúa elevando el listón de lo visto en Egipto y Grecia, ofreciendo una asombrosa experiencia en mundo abierto. ¡Al saqueo!

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