La última película de Ryuusuke Hamaguchi adapta y amplía el cuento Drive My Car de la colección Hombres sin mujeres de Haruki Murakami.
En su última historia, el director japonés vuelve a explorar las relaciones de pareja, además de profundizar en la influencia de la familia en el carácter de una persona.
A diferencia de Happy Hour y Asako I&II, la historia se centra en un personaje masculino y su visión del mundo que le rodea, pero sin olvidarse de componer a unos personajes femeninos que se convierten en el centro de atención en cada escena.
Yuusuke (Hidetoshi Nishijima) es un actor y director de teatro casado con Oto (Reika Kirishima), famosa guionista de series de televisión. El director viaja a Hiroshima para preparar su adaptación multicultural de Tío Vania, lugar donde conoce a Misaki (Touko Miura), la conductora encargada de llevarlo al trabajo durante su estancia.
Las casi 3 horas de duración de la película son un paseo por las relaciones personales (familiares, laborales y amorosas) de sus protagonistas. Cada cual tiene su concepto de amor y forma de establecer relaciones con la gente de su mundo, no exentas de dudas y lamentos.
Sirve de ejemplo el propio Yuusuke, un hombre maduro con varios años de matrimonio a sus espaldas, cuya relación con su mujer se basa en algo más que en el sexo (una relación bastante complicada a medida que avanzan los minutos). Por otro lado, aparece Takatsuki (Masaki Okada), un actor joven y guapo que se acuesta con toda mujer que se le cruza y cuya idea de "conocer a alguien de verdad" implica una relación sexual.
El mundo del espectáculo es parte esencial de su historia. Incluso más de lo que parece. Esta visión que ofrece de los actores jóvenes no parece tratarse de una simple crítica si se tiene presente lo ocurrido en su anterior película: Asako I&II.
Drive My Car es una obra maestra que ha colocado a Hamaguchi como uno de los grandes directores de lo que llevamos de siglo. Asako I&II es una historia interesante sobre la influencia que ejerce el primer amor en las relaciones futuras de una persona. Sin embargo, su propuesta se vio eclipsada por el romance de su pareja protagonista.
La debutante Erika Karata y el famoso Masahiro Higashide mantuvieron una relación detrás de las cámaras que causó un gran revuelo. Karata contaba con unos 19 años en el momento del rodaje, mientras que Masahiro había cumplido los 30. A pesar de interpretar a una pareja en la ficción, la diferencia de edad solo llamó un poco más la atención. Un poco, pues lo grave era que el actor estaba casado y tenía tres chiquillos en casa.
La infidelidad no está bien vista en Japón, y menos cuando hay niños de por medio. Pero todo puede empeorar, pues la mujer de Masahiro era la actriz Anne Watanabe, hija del conocido actor Ken Watanabe (El último samurái).
En resumen, Karata fue señalada como la mala y se quedó sin carrera; Masahiro pidió perdón y sigue a lo suyo, y Hamaguchi fliparía un rato viendo a los actores eclipsar su historia.
Aunque la historia gire en torno a la producción de una obra teatral, la trama no se centra en actores y sus vidas personales. Hay una crítica a la figura de la joven estrella que lo tiene todo y se cree que las normas son para los demás, sí, pero es solo una pequeña parte de la narración que poco tiene que ver con su tema principal.
Uno de sus puntos fuertes son las conversaciones que tienen lugar en el coche. El coche del protagonista sirve a la vez de protagonista y escenario donde los personajes se quitan las máscaras y se sinceran. Una especie de confesionario sobre ruedas que nos muestra un lado desconocido de estos.
Conversaciones en las que parece no decirse nada, pero se dice todo, y caras imperturbables que lo transmiten todo sin abrir la boca.
Aunque no lo parezca, Drive My Car tiene bastantes giros de guion y una atmósfera atractiva que se crea desde la primera escena donde Kirishima se marca un hipnótico monólogo. Para no estropear dicha fotografía y evitar distracciones innecesarias, Hamaguchi retrasa los títulos de crédito hasta el minuto 40.
Lo anterior solo me sirve para remarcar el hecho de que el cine japonés (series, animes/mangas y videojuegos) tiene 0 miedo al spoiler. Sinopsis y tráiler de la peli ya te cuentan parte de las sorpresas del primer tramo de metraje, cosa que me parece horrible y estropea el visionado si has tenido la mala suerte de echarles un ojo.
Hamaguchi ha hecho con Drive My Car lo mismo que hizo Lee Chang-dong con Burning: coger una historia de Murakami y hacerla suya. El director ha conseguido colocar su última película como una de las mejores de 2021 (la mejor, probablemente) sin renunciar a su estilo ni tema. Eso sí, la evolución de su técnica es más que evidente.
No me extrañaría nada que Hollywood ande preparando un remake para destrozarla.
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