30 sept 2016

Mr. Robot. La democracia ha sido hackeada

La serie creada por Sam Esmail ha finalizado su segunda temporada y renovada para una tercera. Una de las series que dio la sorpresa el año pasado y ha continuado sorprendiendo (a un ritmo muy diferente) en su segunda tanda de episodios.

La historia creada por Esmail parecía no tener mucho que ofrecer en 2016 y el ritmo lento de sus primeros 4 episodios daban fe de ello. Pero no. La serie ha cambiado su enfoque y deja a Elliot (Rami Malek) y a Mr. Robot (Christian Slater) como secundarios para centrarse en el resto de personajes, concretamente, en los femeninos. Lo que no quita que Elliot y Mr. Robot anden escasos de sorpresas.



Si en la primera temporada se nos presentó a Elliot, un ingeniero informático que trabajaba en una empresa de seguridad de día y hacker justiciero de noche, lidiando con sus trastornos, las drogas y camellos psicópatas, a la vez que se apuntaba a la fsociety de Mr. Robot para destruir el capitalismo y a E-corp e intentaba escapar de la atención del educado y brutal ejcutivo, Tyrell Wellick (Martin Wallstrom), en la segunda vemos que la caída del capitalismo no ha tenido el resultado esperado y poco ha cambiado. Lo que tampoco ha cambiado es la dinámica de Elliot y Mr. Robot de engañar al público.

La máxima de la serie consiste en hacerte dudar de todo y no dar nada por sentado. No se retoma la trama desde donde se quedó en la primera temporada y habrá que esperar varios episodios para conocer lo ocurrido. El lado bueno es que conoceremos lo ocurrido, pero no, lo que va a ocurrir.
Está temporada nos ha dejado con uno de los inicios de episodio más locos que se recuerden, con un Alf incluido.

La serie ha dejado de estar centrada en Elliot y sus "cosas", para dar el salto a otros personajes. Esmail no se ha limitado a "hacer más de lo mismo". Es aquí donde los personajes femeninos han entrado fuerte.

Darlene (Carly Chaikin) se ha encontrado con la gracia de liderar fsociety mientras Black Army hace "limpieza" y el FBI está en modo cazador de hackers, tras el hackeo al capitalismo. El personaje queda en una gran disyuntiva para la tercera temporada.

Joanna Wellick (Stephanie Corneliussen) era una personajaza en sus pocas escenas de la primera temporada. Cuando aparecía Tyrell, pensabas que era el tío misterioso y oscuro de la trama hasta que aparecía su mujer, Joanna. Son la pareja perfecta de la serie, se complementan a la perfección y, tras la desaparición de Tyrell, Joanna no es de las que se quedan esperando y llorando por su regreso. Con sicario mediante, ha estado dispuesta a secuestrar y matar, para proteger y encontrar a su marido.

Angela Moss (Portia Doubleday) es a quien todo se le ha venido encima sin tener idea de lo que ocurría a su alrededor. El personaje maltratado de la serie, ha sido la que más ha cambiado (a base de malos ratos). Eso sí, ha dado un paso al frente y va a por su venganza.

La agente DiPierro (Grace Gummer) es la nueva incorporación de la temporada. La agente del FBI es la soledad en sí misma (deja a Elliot como un aprendiz). Incapaz de conectar con otra persona e implacable en su trabajo, se da de cabeza con el techo de cristal cada vez que intenta avanzar en su investigación, a pesar de tener siempre razón. Suyos son los planos secuencias más violentos de la temporada que ya quisieran muchas películas.

Whiteflower (BD Wong) con dos escenas en la primera temporada ya dejó huella. Su protagonismo ha aumentado y no hace más que sorprender. La habilidad de la líder de Black Army para estar presente en todos los los sitios sin levantar la más mínima sospecha, es de admiración. Nadie escapa de su control.

Pocas series (ninguna que recuerde) tiene tantos personajes femeninos y tan diferentes, sin tener una sola conversación sobre si un tío me quiere o no me quiere y mierdas así.
Mr. Robot se ha hecho feminista en la segunda temporada. Pero feminista de verdad, no en plan vídeo del Salón Erótico, donde se dicen unas cosas que poco tienen que ver con lo que vende tu patrocinador, para los que la palabra misoginia les suena a halago. 
La industria del porno no es el paradigma del feminismo, por mucho que intentes lavar la imagen con un vídeo muy currado después de toda la mierda que ha salido este año. Si al cine y a las series les queda camino por recorrer, el porno sigue inmutable, como norma general.

La sociedad tétrica, violenta, injusta e hipócrita que nos presenta la ficción, es el elemento realista. Los personajes deambulan por una sociedad igual a la nuestra: su escasa privacidad, sus bancos al acecho, empresas privadas salvadas por gobiernos, sacar coltán del Congo, etc. El dinero tiene que ver con todo y, sobre todo aspecto (social, ecológico, moral), prima el dinero. No hay nada que el dinero (metálico o digital) no pueda destruir.

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