Película de acción surcoreana de 2017 dirigida por Jeong Byeong-Gil (Confessions of Murder), protagonizada por la arrolladora Kim Ok-Bin, y un ejemplo, en todos los sentidos, de lo que es capaz el cine de acción cuando sale del encasillamiento del típico macho alfa salvando al mundo.
Sook-Hee (Kim Ok-Bin), una asesina entrenada desde pequeña para dejar un reguero de cadáveres a su paso, entra a formar parte de la Inteligencia de Corea del Sur, quienes le prometen la libertad si les presta "sus servicios" durante 10 años. Su pasado y presente chocarán para dar lugar a un oscuro futuro.
Los primeros minutos de la peli valen por todas las películas de acción de este año y del anterior. Y de muertos, ya ni hablemos. Si no se carga a más gente que John Wick en sus dos entregas, no mata a nadie.
Toda escena de acción está rodada en frenéticos planos secuencias donde todo está permitido: tiroteos, lucha cuerpo a cuerpo, cuchillos, katanas, hachas, persecuciones en moto, coche y ¡hasta en un autobús verde que acaba destrozado y pintado de rojo!
Sí, hay sangre, mucha sangre, pero sin llegar a lo gore. La violencia es muy explícita, y si te da cosa la sangre y los destripes a cuchillazos, puede que esto no sea para ti.
Como peli de acción que es, podría haberse contentado con una historia más simple, pero no es el caso. Haciendo honor al cine negro asiático, la historia de la protagonista es sádica y macabra de principio a fin, con poco hueco para la felicidad.
Si en algún momento parece que va a tirar de tópicos, va a quedar solo en apariencia.
Además de tener unas escenas de acción de las que el cine occidental podría ir aprendiendo, la cinta tiene como protagonista absoluta a una mujer a la que no usa como reclamo sexual y cuya personalidad evoluciona a lo largo de la trama. Otra lección que aprender.
Hasta ahora, no tiene rival: The Villainess (Aknyeo) es la mejor película de acción de 2017.
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