La directora y guionista Angela Robinson se atreve a contar la vida de los creadores de Wonder Woman y su estilo de vida "poco convencional". Un biopic sobre unos inadaptados que, debido a sus visiones del amor y rol de la mujer en la sociedad americana de los años 30 y 40, se ven colocados en el punto de mira de todos quienes les rodean.
La vida del profesor de psicología William Marston (Luke Evans) y de su mujer, Elizabeth (Rebeccca Hall), cambia para siempre cuando conocen a la joven Olive (Bella Heathcote).
La película recorre desde su etapa en la universidad y la invención del detector de mentiras, hasta la creación de Wonder Woman y su correspondiente censura. Al igual que su heroína, ellos también tienen que hacer frente a varios enemigos, mucho más difíciles de derrotar. La sociedad (ni en su momento ni ahora) está lista para su relación, y tampoco ve con buenos ojos a una princesa amazona bisexual que supera en ventas a Superman y Batman. Con Wonder Woman intentaron inculcar en la sociedad americana que las mujeres podían ser fuertes e independientes (concepto que hoy día se le sigue escapando a mas de un@).
Sus libros en psicología nadie los leía, pero los cómics tenían un mayor alcance y era un filón para dar a conocer sus estudios de comportamiento. Hasta que llegó la censura (el enemigo más poderoso de todos cuantos hay) y le quitó a Wonder Woman sus poderes y su independencia, que ya no recuperaría hasta los 70.
El objetivo de Marston era que Wonder Woman se convirtiese en un modelo a seguir por las niñas y descubriesen que ellas también podían salvar el mundo y pelear con los malos. En resumen, quería dejar claro que había más opciones aparte de casarse y tener hijos. Cosa que provocó que los cómics Wonder Woman acabarán en la hoguera.
Los Marston/Byrne juntaron en una superheroína todo lo que el sector más rancio de la sociedad odia: empoderamiento femenino, diversidad sexual y pacifismo.
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