24 may 2018

Detroit: Become Human. Más humanos que los humanos

Al último título de Quantic Dream y David Cage le ha acompañado la polémica desde hace bastantes meses. A sus críticas por las muestras de violencia doméstica en el juego se le ha sumado las quejas de los trabajadores por las condiciones y acoso a los que se ven sometidos, que de ser ciertas, dejaría al material de sus historias como mera hipocresía.

Dejando al margen lo anterior, Detroit: Become Human es la obra más completa del estudio, donde sus mecánicas de juego, trama y personajes elevan el listón de lo visto en sus anteriores títulos.


La trama transcurre en la ciudad de Detroit en el año 2038. Los androides forman parte de la vida diaria de los humanos y son un instrumento más para usar a voluntad. El trío protagonista lo componen Kara una nueva androide enviada al hogar de un padre violento y su hija; Connor un detective con un compañero anti-androide y Marcus otro androide doméstico a cargo de un reputado artista de edad avanzada. Los tres se las verán con la peor cara (si es que hay otra) de la sociedad humana.

En principio el título podría tacharse de distopía, pero dadas la situaciones y diálogos ocurridos durante las 8-10 horas que dura una partida, nada en este Detroit nos sorprende. 
Como base de su trama está el racismo, el machismo y el paro. Los androides no tienen derechos, se les trata como cosas inanimadas, se les culpa del desempleo, les encargan las peores tareas o se usan como esclavos sexuales. Nada que nos sorprenda o que nos lleve a pensar que, en el estudio francés, hayan forzado la situación.

Aunque Connor, con sus habilidades de detective, y Marcus, como líder de la revolución, tienen grandes momentos de acción en sus tramas, es con Kara con quien la tensión se palpa desde el primer momento. Connor y Marcus tienen inicios más pasivos, pero Kara (la androide que acaba de despertar) no tiene tiempo ni para respirar y viviremos unos de los primeros momentos claves del juego: salvar a Alice o no.

Las primeras horas de juego estarán plagadas de tareas mundanas para hacernos a su estilo de juego, quick-time-events y exploración limitada, pero muy ventajosa para quienes sean más observadores, desbloqueando varias acciones y diálogos adicionales. 
Pronto la trama eleva su ritmo y los personajes (nosotr@s) tienen que decidir sobre qué roles quieren desempeñar en el inminente despertar androide.



Tomar decisiones es una constante durante la aventura. Muchas de ellas con consecuencias impredecibles, y a quienes les guste ir de buena gente, pueden acabar llevándose más de una sorpresa desagradable. 
Por muy mal que se ponga la cosa, no hay una pantalla de Game Over y se llegará al final del camino para descubrir qué tipo de final nos corresponde. Hay algunos mejores que otros, y sigue siendo un detalle a pulir por Quantic Dream.

En Detroit: Become Human no hay un objetivo a cumplir y se nota en su recta final. Hay tensión, acción, investigación y mucha crueldad, pero no esperes giros de guión en sus finales. Lo vivido durante el viaje es lo que importa en Detroit. Y no es poco.

Al acabar cada capítulo, se desbloqueará el diagrama correspondiente (como aparece en la demo) mostrando todas las posibilidades. Muchas de las cuales cambian de forma significativa los hechos que están por llegar. El juego ofrece la posibilidad de volver a rejugar la historia desde cualquier punto y ver cómo cambian las circunstancias.

Si no te gustan los videojuegos con QTEs, diálogos y tramas que invitan a la reflexión, ni lo pienses, esto no está pensado para ti. 
Por el contrario, si buscas pasar momentos de infarto (buenos y malos), y sentirte parte de la vida de estos androides, tampoco lo dudes, Detroit: Become Human te atrapará de principio a fin.


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