El transhumanismo, la singularidad tecnológica, el despertar de las IA y la colonización de otros planetas son algunos de los temas que se tratan en State of Mind, pero no son los únicos.
Berlín, año 2048. El famoso periodista Richard Nolan sufre un accidente de tráfico que le provoca un estado de amnesia. Sin saber muy bien cómo se ha visto envuelto en el accidente, descubrirá que su mujer e hijo han desaparecido sin dejar rastro. Su investigación le obligará a colaborar con Adam Newman, un colega que vive junto a su familia en la idílica ciudad futurista City5. Los dos descubrirán la existencia de una conspiración global que determinará el futuro de la raza humana.
State of Mind es ante todo un thriller ambientado en un futuro cercano, que comienza a asomarse al precipicio de la distopía. El control sobre la población no es agresivo, pero sí total, con drones volando continuamente por todas partes y con bots (nombre que reciben los androides del juego) ejerciendo las tareas policiales y muchas otras más complejas, y alejadas de las tareas más mecanizadas, como el ser periodista.
De hecho en el título chocan dos planteamientos futuristas: el distópico y el utópico. Berlín es oscura y lluviosa, sus calles rezuman violencia, desigualdad, prostitución y pobreza. En el lado contrario, tenemos City5, la ciudad del futuro ideal con habitantes felices y ajenos a los problemas del resto.
El dúo protagonista (no serán los únicos jugables) también tiene una personalidad a juego con su ciudad. Richard es cínico, egocéntrico y ludita, con una vida personal y profesional que se desmoronan. Como contrapunto esta Adam, buen padre y marido con una carrera profesional en auge. Cada uno con un punto de vista sobre los sucesos que van teniendo lugar.
Más allá de sus elementos de ciencia ficción, el planeta que se nos presenta no es difícil de imaginar. Ataques terroristas a diario, guerra entre occidente y oriente, amenazas nucleares y escasez de alimentos. Este último punto ha llevado a la aparición de los ensambladores de alimentos, unas impresoras 3D que imprimen comida.
El mundo del juego, al igual que su protagonista, está al borde del colapso, y así lo refleja el acabado de los personajes. No hay texturas y conservan un diseño poligonal, al contrario que sus escenarios que sí gozan de buenos acabados.
La narrativa es el pilar central del título y los momentos de acción que requieren habilidad por parte del jugador son casi inexistentes, más allá de sus simples puzles o manejo de drones. De igual forma, morir en el juego es imposible. El objetivo es que el jugador avance en su trama y lo haga sin distraerse.
Pasaremos la mayor parte del tiempo explorando los escenarios, manteniendo conversaciones y eligiendo respuestas. Así que si los juegos con historia no son lo tuyo, este juego no es para ti en absoluto. Pero si te gustan las tramas adultas (con momentos bastante impactantes), dale una oportunidad, porque tienes delante de ti uno de los mejores argumentos de 2018.
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