La miniserie de 5 episodios reúne una gran cantidad de géneros durante sus 5 horas de visionado: documental, drama, terror, thriller e investigación. Una mezcla que, lejos de perder a la audiencia durante sus diálogos y explicaciones técnicas, la sumerge aún más en la catástrofe.
Poco puede decirse sobre la sinopsis de la miniserie, puesto que todo el mundo ha oído en algún momento hablar sobre lo ocurrido en Chernobyl. La serie nos traslada a la localidad ucraniana en abril de 1986 para ser testigos del accidente y las labores llevadas a cabo para evitar una catástrofe nuclear.
Dicho lo anterior, los primeros minutos ya nos dan una pista de que vamos a ser testigos de algo más que del accidente y sus secuelas. La política va a desempeñar un papel protagonista en las decisiones de sus protagonistas.
Si la catástrofe hubiese ocurrido en un país más "afín", como Estados Unidos o en la zona del Reino Unido, estaríamos saturados de películas y series sobre lo ocurrido. Pero no fue así. La situación se dio en la Unión Soviética de la Guerra Fría y el hermetismo era total, tal y como veréis en la serie.
De hecho continúa siendo un tema polémico en Rusia y en el país ya preparan su propia serie sobre Chernobyl, en la que acusarán a la CIA de sabotaje. La agencia de inteligencia ha sido responsable de oscuros episodios en la historia reciente, pero el desastre de Chernobyl no parece ser uno de ellos.
El esquema de la miniserie se divide en dos partes principales. Por un lado se encuentran los personajes reales Valery Legasov (Jared Harris) y Boris Shcherbina (Stellan Skarsgard), encargados de impedir que la central explote.
El científico y el hombre del partido forman la pareja fuerte de la historia, la cual sirve para entender la realidad soviética del momento y las consecuencias del accidente.
Al otro lado se encuentra Ulana Khomyuk (Emily Watson), la científica que realiza la investigación sobre lo ocurrido la noche de la explosión.
Las actuaciones del trío protagonista y del resto del reparto son uno de los ingredientes que ha llevado a Chernobyl hasta lo más alto de IMDb.
HBO no es una cadena ajena al éxito. Con Deadwood abrió la época dorada de la televisión (y dio la vuelta al género del western), serie que acaba de culminar con una excelente película, 10 años después de su tercera temporada.
Que HBO se arriesgue con una serie y acabe triunfando, no sorprende. Que lo haya hecho confiando en alguien como Craig Mazin, sí.
Sin saberlo, hemos visto la obra de Mazin. No toda, pero más de una película ha caído seguro. Este guionista es responsable de perlas como Scary Movie 3 y 4, Resacón 2 y 3, Las Crónicas de Blancanieves: La Leyenda del Cazador, y del próximo remake de Los Ángeles de Charlie.
Como he dicho, llama la atención. Sobre todo, cuando vemos los créditos y nos damos cuenta de que el tío lo ha hecho todo salvo dirigir, labor que recae sobre Johan Reck, quien cuenta con una carrera más variada, y filma unas imágenes muy potentes.
¿Cómo es posible que alguien como Mazin, metido hasta el cuello en la comedia más americana, se saque de la manga una obra maestra de la televisión?
Podría ser que, como suele ocurrir, uno no trabaja donde quiere, sino donde puede. Pero la explicación más sencilla es que Mazin se obsesionó con una historia y ha buscado durante años la forma de plasmarla en imágenes.
Tras ver Chernobyl es fácil darse cuenta de por qué se obsesionó con el accidente, además de descubrir que no teníamos ni idea sobre lo ocurrido in situ. La miniserie se las ingenia para hablar de temas fundamentales de la vida y de los peligros que creamos por razones estériles.
Avisa de los peligros de una gestión deficiente en materia de energía nuclear, la gran amenaza que supone para el planeta, la manía de los políticos de sacarse la chorra hasta en los momentos más inapropiados y la muerte. Sobre todo, Chernobyl es vérselas con la muerte.
Aquí no hay un monstruo, extraterrestre o espíritu que vaya aniquilando a la población. Se trata de un enemigo invisible, al que solo escuchamos a través de los contadores geiger. Y no le hace falta más para filmar secuencias claustrofóbicas dignas de una película de terror, como la que vemos en los últimos minutos del segundo episodio.
Otro motivo que ha contribuido al éxito de la serie es el retrato de la clase obrera, quienes, sin comerlo ni beberlo, van a acabar pagando con sus vidas la ambición de los mandamases. Como de costumbre, estos últimos se irán de rositas. Por si alguien dudaba de la existencia del karma.
Chernobyl es una serie muy recomendable en este momento; no porque esté de moda, sino porque todos sus episodios ya se han emitido y puede verse sin esperar una semana entre uno y otro.
Con Chernobyl ha pasado un poco como Black Mirror. Se trata de una serie no destinada al gran público, pero que ha conseguido una gran repercusión más allá de su nicho. Y, al igual que ocurre con la serie inglesa, es muy fácil descubrir quién entiende el mensaje global y quién no.
Por ejemplo, quienes deciden ir de vacaciones a Chernobyl (las reservas han aumentado un 40%) para hacerse unos selfies y colgarlos en redes sociales, no han pillado nada. Los Likes se acaban imponiendo a la razón.
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