Cada que la industria americana intenta un remake la cosa no acaba bien, pero esta vez han conseguido una historia y personajes con identidad propia, y una puesta en escena que pocos pueden igualar.
Soledad, depresión, drogas, violencia física y sexual constituyen la punta del iceberg que es Euphoria.
La serie sigue a un grupo de adolescentes que se buscan a sí mismos mientras lidian con las drogas, relaciones, sociedad, sexualidad y traumas.
El personaje central es Rue (Zendaya), una joven con trastorno obsesivo compulsivo y adicta a las drogas, que ejerce como narradora omnisciente durante cada uno de los 8 episodios.
Durante los primeros minutos de los episodios, Rue se encarga de explicar la vida de uno de los personaje principales, explicando el por qué de sus personalidades. De esa forma descubrimos las razones que llevan a Maddy (Alexa Demie) a aguantar la relación tóxica con Nate (Jacob Elordi), a Kat (Barbie Ferreira) a convertirse en una camgirl de Pornhub, o a Cassie (Sydney Sweeney) acceder a cualquier petición sexual de sus novios.
Tampoco se olvida del villano de la serie, Nate, y nos explica cómo descubrir las "prácticas sexuales" de su padre ejemplar marcan su conducta violenta y concepción del sexo.
Euphoria se centra en hacer un retrato lo más fiel posible de la Generación Z estadounidense. Y nos lo dejan claro en los primeros minutos del episodio piloto cuando vemos a Rue nacer en los días del atentado a las Torres Gemelas.
Una generación que crece entre atentados terroristas y tiroteos masivos. La generación que ha nacido con un smartphone bajo el brazo y con unas reglas a seguir no escritas en cuanto a aceptación social.
A pesar de lo anterior, la serie recrea sin tapujos todo tipo de relaciones y conductas tóxicas que son universales para todas las generaciones. El "así vestida no sale", "te quiero tanto que mataría por ti", etc, etc, siguen siendo una constante.
Las redes sociales y la comunicación constante juega otro papel crucial en sus vidas. La exposición es continua y la intimidad no existe cuando todo el mundo lleva una cámara encima las 24 horas.
Una generación que ve cómo las reglas han cambiado y que ir a a universidad ya no es sinónimo de éxito. Buscan su hueco en la sociedad y la aceptación sin importar dónde les pueda llevar ese camino. Y si no ves tu hueco, siempre están las drogas y la autodetrucción.
Precisamente, la protagonista es quien toma el camino Trainspotting (sin heroína) y se lanza a las drogas para calmar su confusón vital. Camino que toma un desvío cuando conoce a la chica nueva del instituto, Jules (Hunter Schafer).
Jules es una joven trans que también busca la "felicidad" allá donde puede, y en su capítulo veremos como su madre la lleva a un psiquiátrico infantil cuando es incapaz de entender que su hijo es una niña.
Además de las drogas, la otra vía de escape de las protagonistas es el sexo y este está irremediablemente influenciado por el porno. Al poder acceder a todo tipo de contenido pornográfico desde cualquier dispositivo y sin importar la edad, los jóvenes aprenden sobre el sexo a través de las escenas porno.
En los 80 y 90, el género adolescente quedó encasillado en comedias más o menos superficiales. Una idealización de la juventud que, con la llegada del siglo XXI, ha ido cambiando hacia relatos más crudos y pegados a la realidad. Una vuelta al realismo sucio que muestran novelas como Menos que Cero o Skagboys: Los Chicos del Jaco.
A pesar del contenido sexual, más de 30 pollas, violencia y uso de drogas, Euphoria es una serie sobre la ansiedad; una ansiedad que surge ante la incertidumbre sobre qué traerá el mañana... y la generación siguiente tampoco lo tiene fácil y ya vemos al pequeño Ashtray (Javon Walton) hecho todo un traficante a su corta edad.
Los padres no quedan al margen en la serie, y vemos las distintas influencias que ejercen sobre los protagonistas. Es en el último capítulo donde vemos una reflexión para madres y padres tras todo lo visto en los episodios anteriores.
Es la madre de Rue quien lo expone en voz alta al decir que todos los padres quieren que sus hijos sean guapos, sanos, extrovertidos y carismáticos, pero que cada persona es como es, y en lugar de intentar cambiarlos deben aceptarlos y estar a su lado.
Los personajes y tramas están acompañados por una realización y banda sonora (canciones pop y hip-hop) de excepción. A nivel visual, la serie es un portento, y la secuencia final de 3 minutos es prueba de ello.
Todo el mundo esperaba 2019 para terminar Juego de Tronos, pero al final ha sido otra serie de la HBO la que se ha convertido en una de las mejores series del año.
Euphoria podría haber quedado como miniserie; sin embargo, la segunda temporada ya está confirmada. Esperemos que no pase como con 13 Razones y se acabe autodestruyendo.
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