7 años después del lanzamiento de la primera entrega,
Naughty Dog nos devuelve al violento mundo de Ellie y Joel con The Last of Us
Parte II.
The Last of Us supuso un cambio radical en la línea
editorial del estudio. Uncharted ya supuso un gran cambio al pasar de los mundo
de Crash Bandicoot y Jak and Daxter a uno más realista y violento con
protagonistas humanos.
Aún así el tono de humor y aventuras seguía estando
presente. La presentación de Joel y Ellie cambiaba este concepto y sumergía al
público en un mundo adulto con poco espacio para la comedia.
Neil Druckmann vuelve a dirigir y escribir junto a Halley
Gross, profundizando en la vida de Ellie tras los acontecimientos del primer
título y de cómo la humanidad “se abre camino” en un mundo de infectados.
5 años después del peligroso viaje que la llevó a atravesar
los Estados Unidos junto a Joel, Ellie disfruta de una vida pacífica (dentro de
lo posible) en Jackson, Wyoming, el asentamiento donde conocíamos al hermano de
Joel en la primera entrega.
El lustro de paz acaba de forma violenta a los pocos minutos
de comenzar el juego y Ellie se lanza a un viaje de venganza por un mundo que
no ha hecho otra cosa que sumergirse aún más en una espiral de locura sin
freno.
La narrativa sufre un gran cambio con respecto a su predecesor. Si la aventura protagonizada por Joel se dividía en estaciones, en esta ocasión se ha optado por una narración fragmentada con saltos temporales hacia delante y atrás.
El estudio siempre ha destacado por la forma de contar sus historias más que por lo que cuenta. Los elementos de esta Parte II nos suena, pero cómo se nos presentan es 100% original y sorprendente.
La primera entrega sabía mantener la tensión durante toda la
aventura. Aunque es cierto que nos ofrecía algunos momentos de descanso donde
los protagonistas conversaban y exploraban con tranquilidad.
Estos aspectos de exploración y charla distendida siguen
presentes, pero la tensión no nos abandona nunca. Los mapas han ganado en
tamaño y siempre hay una amenaza cerca en forma de grupo humano o infectado.
Cualquier ruido, como romper un cristal para acceder a un
edificio, puede atraer a cualquiera que ande cerca. Seamos conscientes o no,
pocas veces estamos solas.
The Last of Us Parte II profundiza en la violencia para
hablarnos cobre la ética y moral humana. Explora la línea que separa el bien
del mal y de cómo acabar con una vida o experimentar una pérdida injusta de un
ser querido afecta a las personas.
El viaje de Ellie comienza siendo puramente personal, pero
por el camino se irá encontrando con distintos personajes con motivaciones muy
distintas.
La apuesta más fuerte que hace el estudio —en términos argumentales— es en mostrarnos a un personaje principal que no es perfecto, algo que suele ser una rareza en producciones para el gran público.
Si la decisión final de Joel en TLOU supuso que algunos jugadores lo tacharan de poco heroico, preparaos para ser testigos de la auténtica crueldad.
El mundo no se ha detenido durante los 5 años que Ellie ha
vivido en la civilizada Jackson. Este ha seguido su curso y bastantes humanos
han optado por vías mucho menos apacibles. De igual forma, el codyceps ha
seguido trasteando con el ADN humano dando lugar a nuevos tipos de infectados.
Si David y sus caníbales te dejaron huella en la primera
entrega, prepárate para contemplar de lo que son capaces los nuevos enemigos.
Cada vez que en literatura, cine o televisión se retrata un
mundo postapocalíptico, rara vez suele mostrarnos un lugar feliz. ¿Por qué? Pues
porque nos conocemos. Desde el primer minuto en que somos conscientes de que
nuestras malas acciones no van a recibir castigo alguno, muchos empiezan a
frotarse las manos.
Esta segunda parte se mete sin tapujos en este terreno y sus
consecuencias. Incluso la propia jugabilidad, IA y animaciones reflejan esta
violencia. Ellie sufrirá heridas, se ensuciará al arrastrase, morirá de forma
brutal (bastantes veces), esquivará a la desesperada los ataques en función del
escenario que la rodee y matará con igual brutalidad.
Otro punto en el que hace hincapié Naughty Dog es en dotar
de vida a los enemigos humanos. Charlan entre ellos mientras patrullan, se
llaman por sus nombres, se vuelven locos al encontrar a un compañero muerto o
se asustan al ver que alguno ha desaparecido sin dejar rastro.
El sigilo cobra mayor relevancia, ya sea para acabar con el
mayor número de enemigos posible o para atravesar el mapa sin ser vista. Lo
anterior no significa que andemos cortas a la hora de elegir arsenal, siendo el arco nuestro más fiel aliado.
Sigue habiendo escasez de materiales, pero las opciones a la
hora de crear y mejorar las armas cuerpo a cuerpo y distancia han crecido
bastante. Al igual que ocurría en la primera parte, estas armas podrán asestar
un número limitado de golpes antes de quedar inservibles.
Para encontrar materiales tocará explorar los escenarios,
los cuales han ganado en extensión y verticalidad. La introducción de la cuerda
permite mayor versatilidad a la hora de escudriñar cada rincón, aunque su papel
es más realista que la cuerda que tenía Nathan en Uncharted 4.
Como toda secuela que se precie, su objetivo es ampliar la
experiencia previa. No solo tenemos más armas y movimientos, zonas de
exploración más amplias o argumento y personajes más complejos, sino que
también estamos ante un juego de mayor duración: 30 horas.
Aunque no estamos ante un sandbox y cada escenario tiene su objetivo, la sensación de libertad aumenta con los eventos secundarios y aleatorios que se suceden. Todo lugar oculta una historia por descubrir (trágica en el 99.9% de los casos).
La secuela es más cruel, violenta, arriesgada y profunda. Naughty Dog no se ha aprovechado del éxito de su primera entrega para hacer la secuela. Tras jugarlo, nos damos cuenta de que un título no tiene sentido sin el otro.
A pesar de ser su juego más violento y adulto, no son estos los motivos por los cuales ha sido censurado en varios países de Oriente Medio (en Rusia tampoco va a hacer gracia). Como ya se contó en el DLC Left Behind (y se ha visto en los distintos tráilers), Ellie es lesbiana.
El juego trata su relación de forma natural (como debe ser), pero eso no va a impedir que países anti-LGTBI se apresuren a impedir la entrada de The Last of Us Parte II en sus territorios.
Las cien formas de violencia que se suceden en el título no son motivo de alarma. Pero mostrar a dos mujeres enamoradas es una afrenta a la moralidad. Este es el nivel que no conseguimos superar ni con trucos.
Por supuesto, huelga decir que esta segunda parte no es un juego para menores de 18 años. Incluso se ha prescindido del modo online para no desviar la atención de su campaña principal.
¿Es para un público adulto? Sí. ¿Accesible? También. Existen varios modos de dificultad que ajustan la experiencia de supervivencia al gusto de las jugadoras.
Si Rockstar era el estudio más conocido por mostrar violencia explícita, acaba de ser destronado por los creadores de Crash Bandicoot. ¿Quién lo iba a decir?
The Last of Us Parte II consigue superar a su predecesor y consagrarse como una obra maestra de la generación. Naughty Dog vuelve a impactarnos con un argumento y jugabilidad que confirma su posición como uno de los estudios más innovadores y atrevidos de la industria.
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