Ha vuelto a ocurrir y conociendo un poco la historia de la humanidad, desde que el homo sapiens empezó a darse cuenta de que era un animal superior a los demás (o eso se cree), seguirá ocurriendo en los años venideros.
La industria de los videojuegos es cosa de hombres. Las mujeres no pueden ser gamers y, menos aún, pueden ser creadoras. Es una ley natural, lo dice Dios o algo así.
Este lunes se cancelaron dos conferencias sobre "mujeres y los videojuegos" en el festival de Austin (Texas, EE.UU), llamado South By Southwest.
¿EL MOTIVO? Las amenazas de violencia recibidas por los organizadores del festival con respecto a estas charlas. Y conociendo lo fácil que es hacerse con un par de armas por aquellas tierras y lo flipado que está más de uno, han optado por tomarse en serio el asunto.
Si algo de esto le pilla a alguien de sorpresa es que vive en Narnia o alrededores.
El movimiento conocido como Gamergate sigue a sus anchas, con su claro objetivo de putear a las mujeres que se quejan contra la discriminación en el mundillo o como dicen ellos: "mejorar la ética del periodismo del sector, oponiéndose a la conspiración de feministas y progresistas". Más o menos, lo que aquí vendría siendo un "las mujeres gamers son la ETA".
Pueden tener sus argumentos (todo mierda), yo no digo que no, pero pensad en cómo de enfermo hay que estar para amenazar a unas mujeres (con matar, violar, apuñalar, etc, etc) por hablar, opinar, jugar o desarrollar un videojuego.
Exacto. Está igual de enfermo que al que le molesta que vayan a la escuela, universidad, estudie ciencias, juegue al fútbol o salga a la calle sola.
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