9 nov 2015

Beasts of No Nation. Sólo quiero ser feliz en esta vida

Dirigida y escrita por Cary Joji Fukunaga (director de la 1ª temporada de True Detective) y basada en la novela del mismo nombre, escrita por Uzodinma Iweala, Beasts Of No Nation muestra con todo detalle la desesperada realidad que viven muchos de los países africanos, a los que nadie pone remedio y muchos países democráticos del primer mundo explotan en su beneficio.


Agu vive con su familia en una aldea pobre en un país al oeste de África. Lo poco que tienen les ayuda a sobrevivir día a día en un país donde los conflictos gubernamentales acaban por desencadenar la guerra. Mientras su madre y hermana, con el resto de mujeres y niños, consiguen salir de la aldea antes de la llegada del ejército, Agu se ve obligado a quedarse con su padre, su hermano mayor y su abuelo para proteger la aldea.
Tras la ocupación de su aldea por parte del ejército gubernamental, Agu se quedará solo hasta encontrarse de cara con el ejército rebelde, liderado por el Comandante (Idris Elba) y su batallón de niños soldados.

Si alguna vez te has preguntado como un niño de 9 ó 10 años acaba convirtiéndose en una máquina de matar, esta historia te sacará de dudas porque verás claramente el antes y el después y la realidad que provoca la aparición de estas personas o bestias. 
El lavado de cerebro constante, las drogas, los rituales mágicos y el entrenamiento en armas va eliminando cualquier rastro de infancia en los niños y los convierten en asesinos.

La película, también, deja entrever el por qué de esta situación. En un momento de la peli, van a ver al Comandante General, el jefe de los rebeldes y quien dice qué ciudad, puente o aldea hay que tomar. Aquí aparecen una serie de personas de chaqueta y corbata, venidos de países del primer mundo, democráticos y desarrollados, que vienen a financiar al ejército a cambio de tal o cual beneficio. A la imaginación queda si les interesa una mina de diamantes en determinada región u otros minerales para fabricar móviles de última generación. Todo muy económico, si te dan igual los derechos humanos.

La mayoría de los actores y extras de la película son antiguos niños soldados y soldados pertenecientes a diferentes ejércitos africanos, incluido el tío que va en pelotas durante las matanzas.

Una película brutal de una realidad aún más brutal, si cabe. Digo esto porque la cinta intenta no ser todo lo cruenta que podría ser y con razón, pero es inevitable no mostrar lo que ocurre cuando estos "niños" entran a masacrar una ciudad.

Otra cosa que no pasa desapercibida es el no tratar de dar un giro optimista al final de la historia. Si estuviésemos ante una producción más hollywoodiense, el final hubiese sido más esperanzador para que el espectador no se fuese tan pensativo y asqueado, y la realidad de la vida en estos países se hubiese diluido en tonterías metidas con calzador. 

La realidad choca, molesta, es surrealista e injusta. Y si encima eres negro/a y vives en África llevas las de perder sí o sí.



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