Tras el breve exilio de Sherlock al final de la tercera temporada ("breve" en tiempo de serie y casi tres años en el mundo real), Mycroft se pone manos a la obra para limpiar la imagen de su hermano pequeño y, poder así, centrarse en la súbita vuelta de un fallecido Moriarty.
Cómo viene siendo habitual, la temporada consta de tres episodios. Los dos primeros son casos individuales, pero con pistas que llevarán hasta el tercero. Lo especial de este tercer episodio, no es sólo que confluya la trama de esta 4 temporada: da respuesta y sentido a todas las temporadas.
Moffat y Gatiss tenían planeada la historia desde el primer episodio de la temporada 1. El propio Gatiss ha confesado, que en el 3x03, Mycorft ya soltó una sutil pista sobre lo qué iba a acontecer. Una frase improvisada y fuera de guión.
En esta temporada, se juega más que nunca con el espectador. El personaje está ahí y no es sutil, pero no prestamos atención y eso constituye una revelación más asombrosa y nos hará enfadarnos por no haberlo visto venir, teniéndolo delante.
El personaje clave de esta temporada, es otra original reinvención de un personaje menor de las novelas de Arthur Conan Doyle. Con una puesta en escena made in El Silencio de los Corderos, con referencia incluida.
Por otro lado, el personaje, que se viene a a cabeza tras ver de lo qué es capaz este potente némesis, no es Hannibal Lecter: es Johan Liebert. El antagonista de Monster y de Sherlock comparten esencia y, por supuesto, la habilidad para destrozar personas.
El episodio The Final Problem tiene todo el potencial para ser el final redondo de Sherlock o, por lo menos, es el final al que me voy a agarrar si la serie continua y decae (cosa normal).
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