La serie creada por David Benioff y D. B. Weiss llega a su fin. La historia para televisión basada en la saga literaria de George R. R. Martin no ha estado exenta de momentos épicos que ya forman parte de la historia de la pequeña pantalla.
Tampoco se ha librado de las polémicas. Las muertes de más de un personaje han conmocionado a los espectadores, y el rumbo de sus protagonistas en la última temporada ha enfadado a más de una persona, hasta el punto de exigir una nueva que cambie los acontecimientos.
Guste más o menos, Juego de Tronos sienta las bases para las futuras producciones de fantasía para adultos tanto en cine como TV.
Los finales de las series y más de una película no suelen ser el punto fuerte de las tramas. Más bien lo contrario. Cerrar una historia es complicado y la opción más socorrida es tirar de ambigüedad y dejar las cosas abiertas sin correr grandes riesgos.
En el caso de Juego de Tronos, con tantos personajes y arcos argumentales, bien podría haberse quedado en tierra de nadie y optar por un desenlace complaciente de cara al público. Algo que habría ido en contra del camino recorrido, pero que habría ahorrado a sus creadores más de una crítica poco constructiva.
Al final, se han mojado. Y bastante. La octava temporada no ha sido un mero trámite para ofrecer un desenlace esperado, y consigue sorprender. Aunque sí es cierto que, en lo relativo a batallas, no es la temporada más espectacular.
A pesar de contar con dos episodios dedicados exclusivamente a la acción, tanto la batalla contra los Caminantes Blancos como contra Cersei, no se encuentran entre las mejores. Tras los enfrentamientos vistos en temporadas pasadas, con agobiantes planos secuencias, la oscura batalla contra el Rey de la Noche (y sus 55 noches de rodaje) no consigue ser tan impactante. Y lo mismo ocurre con lo ocurrido en Desembarco del Rey.
Dicho lo anterior, ambos enfrentamientos cuentan con los momentos más decisivos de la trama. La audiencia difícilmente olvidará el salto de Arya y a Daenerys surcando el cielo sobre Drogon. Esta última acción es la que ha desatado el enfado de los fans.
En el sexto episodio, Tyrion explica muy bien el desarrollo del personaje de Daenerys. Desde la segunda temporada, la Madre de Dragones comenzó a acabar con todos quienes se oponían a ella. La mayoría se lo merecían y eso no confundía al público.
En Meereen, la cosa cambió, puesto que los Hijos de la Harpía, aunque respaldados por los nobles, formaban parte del pueblo. Sin embargo, y tirando del campechano racismo, al ser gente de piel oscura y de tradición que recuerda a países de Oriente Medio, su masacre no impactó tanto como la del pueblo de Poniente; gente con la que el público empatiza de forma más directa al contar con una cultura similar a la del occidente medieval.
Uno de los puntos fuertes de Juego de Tronos es su visión sobre la guerra. Al final, no hay guerras buenas, puesto que gane quien gane, las personas de a pie siempre sufren. Fuimos testigos de ello en la Casa de Craster, ese lamentable ser que vivía más allá del Muro con sus hijas y ofrecía a sus hijos a los Caminantes (mejor destino que el de ellas, eso sí). Las hijas de Craster vivían sometidas a su "padre", y cuando los miembros de la Guardia de la Noche lo asesinan a él y a Mormont, la pesadilla de las mujeres no hace más que empeorar.
Lo mismo ocurre en Desembarco del Rey. Sus habitantes pasan de la opresión ejercida por Cersei a una avalancha de muertes y violaciones perpetrada por sus "libertadores", entre los que se incluyen los valerosos y honrados norteños. Guerra en estado puro.
Irreal habría sido la situación que la mayoría del público esperaba: Daenerys acabando la guerra sin que nadie sufriera daño y reinando feliz junto a Jon. Si ese era el desenlace que esperaba la gente, parece que aún no tenían muy claro qué clase de serie estaban viendo.
Lo cierto es que tras el apuñalamiento de Jon a lo Julio César, un final a lo Marco Antonio y Cleopatra también habría tenido su punto.
Juego de Tronos consigue cerrar su trama fiel a sus principios. Además, consigue dar con un final coherente, impactante e intimista sin renunciar a la épica.
A quienes no les haya gustado el final, siempre pueden volver a decepcionarse con el final de los libros (si se produce algún día), el cual, probablemente, será distinto al haber más personajes y un tercer heredero legítimo al trono, pero no más complaciente. Eso seguro.
Creo que ni la HBO ni sus showruners ni el propio Martin saben cómo una historia de nicho como Juego de Tronos ha llegado ha convertirse en un fenómeno de masas. La serie no estaba pensada para el gran público. Se trataba de una serie de fantasía, género monopolizado por El Señor de los Anillos, y, a pesar de contar con un argumento menos enfarragoso y fantástico que el de Tolkien, nada la posicionaba como serie revolucionaria.
La fórmula del éxito se desconoce, pero HBO no renuncia al mundo creado por Martin y ya tiene planeados 3 spin-offs. El primero de ellos, Bloodmoon, ya ha comenzado su rodaje con Naomi Watts como rostro más conocido. Esta primera serie post-juego de tronos tratará el origen de los Caminantes Blancos.
Por su parte, Benioff y Weiss dejan también Poniente para centrarse en una galaxia muy, muy lejana, pues se encargarán de dirigir la nueva saga de películas de Star Wars.
El autor de Canción de Hielo y Fuego asesora en el desarrollo de las nuevas series, al igual que ha ejercido como asesor del nuevo título de Hidetaka Miyazaki y From Software (Sekiro: Shadows Die Twice). Según rumores, se trataría de un título de mundo abierto, donde el jugador viajaría por distintos reinos y cuyos actos influyen en el devenir de la trama. Su anuncio oficial se producirá en el E3 2019. ¿De dónde saca tiempo para escribir los libros? Ni idea.
Lo innegable es que Juego de Tronos marca un antes y un después en la fantasía de acción real. Si cuando salió la primera temporada, surgieron comparaciones con El Señor de los Anillos, a pesar de que solo tenían en común a Sean Bean, las próximas producciones del género serán equiparadas a la lucha por el Trono de Hierro. The Witcher e incluso los propios spin-offs no se librarán de las comparaciones.
Una historia de Poniente se cierra (al menos en televisión) y muchas otras comienzan. Y todo el mundo permanecerá expectante a su llegada.
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