21 mar 2016

Sufragistas. Rebelde antes que esclava

Película británica de 2015, protagonizada por Carey Mulligan, Anne-Marie Duff y Helena Bonham Carter entre otras, muestra el retrato de la vida de las mujeres del Londres de 1912 (extensible a otros países) y la lucha, de algunas, por tener una vida digna.

Una cinta muy ilustrativa y didáctica, que bien podría ponerse en los institutos para explicar la lucha por conseguir el sufragio universal, en general, y la consecución de derechos por parte de las mujeres, en particular. 


Maud Watts (Carey Mulligan) es una esclava trabajadora de una fábrica textil, madre de un hijo y esposa, que ha pasado su vida entre órdenes y abusos agachando la cabeza y resignándose. Su perspectiva cambia al conocer a Violet Miller (Anne-Marie Duff) colega de profesión, con la mirada puesta en la lucha por conseguir derechos para las mujeres.

Aunque hoy en día vemos el voto como "algo que no vale para nada que hay que hacer un domingo por lo que va a ir tu padre en bicicleta", es algo determinante para conseguir derechos y conservarlos (lo más difícil hoy día).

Desde el primer minuto, vemos las míseras condiciones de trabajo de las mujeres en las fábricas (como las que viven hoy día las mujeres de las fábricas textiles en Asia, envidia de la patronal y su modelo competitivo). 
Su vida familiar tampoco mejora porque el marido dispone de todo: hijos y dinero. En resumen, la mujer no tiene derechos sobre nada, ya traiga hijas/os al mundo, o herede dinero. Por supuesto, de educación ni hablar. Es una redefinición de la esclavitud sin ningún tipo de ilegalidad porque es un ser inferior al hombre en todo país, cultura, bla, bla, mierda.

Las mujeres que deciden demandar sus derechos sufren los insultos de los hombres, de otras mujeres (¡SORPRESA!) y las represalias de sus maridos, por norma general. Obviamente, los maridos de estas mujeres son los calzonazos de la época y, eso no se tolera hoy día, pues a principios del XX, mucho menos.

Para pasmo de todas, el gobierno, a las buenas palabras y argumentos lógicos, no cede y, más o menos, las manda a fregar. Y las sufragistas optan por barrer la ciudad a base de pedradas y explosivos. Pasan a ser catalogadas como terroristas por el gobierno y la policía se pone las pilas para acabar con el grupo de mujeres, que quiere tener derechos. Las feminazis siempre empeñadas en tener derechos y se las respete como personas. Hay que joderse.

Si algo ha enseñado la historia es, que se viva en una sociedad más o menos democrática, si quieres ver reconocido tu derecho a la vida digna, ha habido que dar un par de hostias a los poderosos de turno (muchas veces, guerra mediante). Classic human.

La policía es un ente inalterable en el tiempo y hace lo que hace en desahucios o manifestaciones pacíficas: repartir a manos llenas, escudándose en la ley. Y, es aquí, donde el personaje del Inspector Arthur Steed (Brendan Gleeson) muestra su maldad a través de su obcecación. 
El inspector no tiene nada en contra de estas mujeres, no le gustan algunos métodos, pero, como buen Javert, la ley ha de cumplirse. No se plantea si es injusta o no: es ley y punto. Por eso, es capaz de quedarse impasible mientras ve como un grupo de policías apalea a una mujer en el suelo. En otro contexto le asquearía, pero como ha cometido una ilegalidad, la consiente.

Como apunte educativo, en España, la mujer consiguió el derecho a voto en 1931 durante la República 2: El Retorno, y lo ejerció, por primera vez, en 1933. Después,ya no voto ni Dios en unos añitos. Bueno, algunos dirán que Dios voto a uno y que ese voto era suficiente. 

Para conseguir la igualdad todavía queda mucho camino (en algunos países ni se ha dejado empezar) y lo pero que se puede hacer es resignarse. Como queda claro, en la peli (y a lo largo de la historia de la humanidad): las acciones consiguen más que las palabras.

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