Drama y terror se unen en esta producción franco-belga, escrita y dirigida por la debutante Julia Ducournau, que no te dejará indiferente. Siempre y cuando tengas estómago para ello claro.
Justine (Garance Marillier) viene de una familia vegetariana y se enfrenta a su primer año como estudiante de veterinaria, en la misma facultad donde estudia su hermana Alexia (Ella Rumpf) y sus padres antes de ellas. Durante las humillantes novatadas de rigor en las que fuerzan a la joven a comer carne cruda, Justine descubrirá una parte de sí misma que desconocia: le gusta mucho la carne. La humana, concretamente.
La historia de la joven es la típica de camino hacia la madurez, despertar sexual y autodescubrimiento, contada de una forma muy original.
A pesar de ser una cinta con eje en el canibalismo, no cae en el gore exagerado y gritos, propios de los slashers. Raw se desarrolla con una calma pasmosa y buen gusto visual (no del otro) con todo lo que se ve en pantalla.
Las escenas de canibalismo no inundan la historia y aunque son muy gráficas, hay otros momentos que causan igual impacto o más. Va servidita en escenas para causar incomodidad. Para aligerar, también, tiene su humor negro muy bien traído.
El maltrato animal no puede pasar desapercibido en una peli de este tipo y que tiene lugar en una facultad de veterinaria, lugar poco apropiado para las amantes de los animales. Si la violencia contra humanos es grafica, la ejercida contra los animales le lleva la delantera. La cinta busca este contraste: todo lo que se les hace a los humanos, se les hace a los animales, pero ¿cuál te resulta más alarmante e incómodo?
Raw causó sensación y estragos (abandonos y vómitos) a finales del año pasado en festivales del todo el mundo, y con razón. Gran historia y magníficas actrices, que te harán flaquear las piernas (y estómago) de principio a fin. Bon appetit!
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