Lo Dejo Cuando Quiera (Smetto Quando Voglio) es una de esas películas, que bien podría ser enfocada como una comedia o un dramón. En este caso, se opta por la primera opción, lo que no quiere decir que a veces rías por no llorar.
La historia nos presenta a Pietro Zinni, un investigador de neurobiología con varios masters, que trabaja en la universidad con una beca de 500 euros al mes y espera ver incrementada esta beca y su fama en su campo de estudio, con la creación de un algoritmo revolucionario que permite modificar moléculas. Sus ambiciones caen en saco roto, cuando el profesor titular le comunica, que le han denegado la beca porque su proyecto era "muy difícil de entender".
Pietro acaba en el paro, sin dinero y facturas que pagar y sólo cuenta con el sueldo de su novia, Giulia, a la que no le cuenta su situación.
Una noche, descubre que en las discotecas, se venden pastillas a 50 euros, cuyo coste de fabricación son 2 euros y ve su gran oportunidad de dejar atrás la crisis.
Decide crear una nueva droga que no se encuentra clasificada como sustancia ilegal por el Ministerio y forma una banda de traficantes con sus amigos: Alberto, un químico que trabaja como friegaplatos en un restaurante chino; Matia y Giorgio, dos latinistas que ponen gasolina; Bartolomeo, el economista que juega al póker; Arturo, el arqueólogo que no tiene para comer y Andrea, el antropólogo que oculta sus estudios universitarios para conseguir un empleo.
Puede realizarse una versión española de esta película sin cambiar ni una sola coma. La situación que vive Italia no es muy diferente a la que vive nuestro país (tienen menos paro) y eso queda claro.
Es difícil encontrar una película sobre crisis económica, en este caso vista desde el punto de vista de titulados universitarios, más entretenida y a la vez tan crítica.
A veces de forma sutil y otras no tanto, la peli tiene para todos: el gobierno, la política, el amiguismo, el mundo de la noche y su dependencia de las drogas. Todos se llevan un toque de atención.
Por supuesto, otro de los puntos fuertes de la película, es el cambio en los personajes una vez que empiezan a ganar dinero a manos llenas. De vivir en la miseria pasan al desfase y los problemas no tardarán en llegar.
La crítica al dinero se deja ver, cuando estos personajes, que sólo querían estudiar por el conocimiento y mejorar la cultura de su país, se convierten en unos aprendices de El Lobo de Wall Street y se olvidan de sus carreras.
Un toque de atención a la sociedad consumista y al gobierno de turno, que valora más el pelotazo millonario al momento que el avance a largo plazo.
Esta fuente inagotable de chistes que es la crisis, no se deja de lado en ningún momento y la película lo remata con el gran chiste (o broma, por desgracia real) de su última escena, un gran final.
Los protagonistas, y de paso el público, se plantean: ¿para qué me he formado y estudiado carrera y masters todos estos años, si ahora se busca a gente sin estudios o FP? ¿Para qué molestarme en investigaciones innovadoras durante años, si luego no me subvencionan?
Los protagonistas descubren que su esfuerzo y talento no va a ser recompensado y que lo único que importa es el dinero, mucho dinero y cuanto más dinero (sin importar si es legal o no) más amigos importantes harás y tu vida mejorará.
Lo Dejo Cuando Quiera capta el mensaje, que nos manda el gobierno con sus medidas y recortes: mejor ser un delincuente con mucho dinero, que un investigador muerto de hambre que podría revolucionar el mundo.
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